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Vida y obra de la Edith Grön, una de las mejores escultoras de Nicaragua



Edith Dorthe Grön, nación en Copenhague, Dinamarca, 19 de febrero de 1917.

Enclavada en una tendencia figurativa, estudió en la Escuela de Arte de Managua bajo la tutela del escultor local Genaro Amador Lira (1942) y posteriormente, durante (1943-1944) en la Academia de San Carlos de la Universidad Autónoma de México DF, bajo la atención docente del escultor Fidias Elizondo. Posteriormente, viaja a Nueva York para seguir sus estudios de escultura y arte en cerámica, en la Universidad de Columbia, (1946-1947).

Reseña biográfica

En 1923, emigró a Nicaragua con sus padres Vilhelm Andersen Grøn y Sofíe Rasmussen, y su hermano menor Niels Aage Frederik Grön, como consecuencia de la grave situación económico-social que sufrió Dinamarca durante la Primera Guerra Mundial. A través de la Foreningen Emigranten, asociación encargada de organizar las tareas de emigración, Edith Grön y su familia acabaron instalándose en Managua. Entre los motivos para tan extrema decisión estaba la enfermedad de su madre, artritis reumatoide, cuya cura pasaba por vivir en países de temperatura más templada.


De las cien familias que partieron de Dinamarca en aquella expedición camino de Nicaragua, sólo dos, los Moller, que terminarían radicados en Matagalpa, y los Grön, asentados hasta la actualidad en Managua, lograrían cumplir sus objetivos a través de una cadena interminable de esfuerzos, asechanzas y grandes sacrificios.

Muchas de las aventuras y penalidades de su padre Vilhelm Grøn y mucho de los sacrificios y carencias de su madre Sofíe, debemos pensar, que configurarían, en lo sucesivo, fundamentos esenciales del carácter de una artista a la que también el destino iba a someter a pruebas durísimas a lo largo de su vida, como mujer y como escultora.

Cuando por fin, la vida y los negocios, como recompensa a tanto esfuerzo y tesón en el trabajo, empezaban a corresponderse con la mejor de las perspectivas soñadas, su padre enfermó de gravedad hacia finales de 1930. A punto de recuperarse casi por completo, un terremoto de magnitud media sacudió la ciudad el 31 de marzo del año siguiente, en 1931.

Los Grön habían progresado económicamente montando un restaurante que llamaron "La Casa Dinamarca", en el que trabajaba toda la familia con verdadero afán. Tenían por costumbre cerrar el negocio todos los miércoles, día destinado a un merecido descanso. El día 21 de octubre de 1931, que era precisamente miércoles, viajaron hasta el mar. Ya de vuelta, se detuvieron un rato en el conocido parque de "Las Piedrecitas" al sureste de Managua. Al regreso, bajando una cuesta, Vilhelm perdió el control del vehículo a causa de una piedra en el camino y chocaron de frente contra un árbol. Sofíe y Niels, que iban en el asiento trasero, quedaron algo magullados, al igual que Vilhelm. Pero quien resultó gravemente herida por el impacto fue Edith. No le quedó un solo hueso de la cara sin romper. Merced a una rápida y precisa intervención quirúrgica practicada por médicos norteamericanos a bordo de un buque recién arribado a puerto, Edith Grön, no sólo salvó la vida, sino que también los cirujanos le recompusieron todos los huesos de la cara, rotos por el tremendo golpe, algo que, probablemente en esa época, no habrían podido llevar a cabo los médicos del país. El día que cumplió los quince años, cinco meses después, el 19 de febrero de 1932, Edith tuvo que enfrentarse, por primera vez desde el accidente, a ver su cara reflejada en un espejo. A esa edad de la recién estrenada adolescencia, un suceso de esas características, cuyas secuelas iban a ser permanentes, no cabe duda de que puede afectar el desarrollo de una personalidad todavía sin definir. Pero Edith Grøn era de un temple muy fuerte. Sus propios padres habían dado buen ejemplo de su estirpe a lo largo de aquellos años y circunstancias padecidas; ahora, ella comprobaba en sí misma lo que había forjado casi de manera inconsciente durante todo este tiempo, su carácter. Era luchadora. Tal vez, en la obligada convalecencia, fue incubándose en el ánimo de la futura artista una decisión inquebrantable, un firme deseo de dar réplica a una vocación aún nebulosa, pero que empezaba a acuciar a una adolescente que ya no dejaría de conocerse a sí misma cada día mejor. El arte sería su refugio, pero también el instrumento perfecto para enfrentarse a una realidad humana y una naturaleza siempre intercambiables.

Formación artística

En la finca, a modo de distracción, pasaba Edith sus horas libres, se diría que hasta hechizada, jugueteando con el barro, dándole forma sin descanso a imaginaciones e invenciones realistas. Hacía lo que Sofíe y los demás miembros de su familia, ignorantes todavía de su potencial artístico, solían llamar «caritas».

Un día, el doctor Emiliano Lacayo, ministro de educación e impulsor de la Escuela de Arte de Managua, amigo de la familia, asombrado por la destreza de la joven, no dudó en aconsejar a sus progenitores que Edith debería plantearse seriamente estudiar escultura en la Escuela de Arte, con el escultor Genaro Amador Lira. Desde ese instante, la escultura se convertiría para Edith en el amor de su vida.

Estudios en México

Las limitaciones de la recién creada escuela hicieron que sus padres se planteasen que Edith se trasladase a México, D. F., donde proseguiría sus estudios en la entonces Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Justo antes de salir hacia México dispuesta para ampliar sus estudios, el 28 de abril del año 1943, Edith Grøn, ganó el "Primer Premio del Concurso de Arte Rubén Darío", en la exposición colectiva realizada por los alumnos de la Escuela de Arte de Managua que se mostraba en el Palacio Nacional, con una escultura llamada "Amo Muerto".

Ya en México D.F., en lo que era la vieja Academia de San Carlos, anexa a la Universidad Autónoma estuvo al lado de nombres tan importantes en su época como Fidias Elizondo, Ignacio Asúnsolo y Luis Ortiz Monasterio, principales renovadores del lenguaje escultórico postrevolucionario. En su primer año, Edith se matriculó en Artes Clásicas y Arquitectura.

En el espíritu creativo de Edith Grøn existía una predilección representacional casi excluyente. Digamos que su escultura no se podía afiliar a ninguno de los muchos ismos que surgían sin cesar en la vieja Europa, en una continua búsqueda de formas y de estilos que, cuanto menos, revitalizaban conceptos seculares al tiempo que alumbraban la aparición de otras categorías artísticas, basadas tanto en los procedimientos como en el uso de nuevos materiales. La escultura de figuración practicada por Edith Grøn requería una honestidad técnica que no podía comprometerse con aquellos.

Estudios en Estados Unidos

Ya en la Universidad de Columbia, EE. UU., donde estuvo hasta noviembre de 1948, se matriculó en los cursos de escultura y arte en cerámica. Al finalizar, regresa a Managua, a su estudio anexo a La Casa Dinamarca donde, a partir de ahora, daría comienzo su verdadera e imparable trayectoria de dedicación a creaciones propias y de encargo, con un concepto formal renovado y, de algún modo, desligado de las referencias arcaicas del academicismo todavía imperante.

Actividad artística

A su regreso de Estados Unidos, Edith Grøn, comenzó a desplegar todo el potencial que le permitía su energía y su creatividad en una serie de obras que finalmente serían expuestas en el Palacio y Biblioteca Nacional de Managua en 1953. Los temas de Edith Grøn incluían retratos, desnudos, obras sacadas del folklore nicaragüense y de la vida cotidiana, y como obra monumental esculturas conmemorativas. Si bien en el último tramo de su vida artística realizó numerosas pinturas, dibujos y taraceas en madera, es más conocida por sus esculturas.

Comenzó con encargos de los bustos de personalidades como el General Emiliano Chamorro, la educadora Doña Chepita Toledo de Aguerri y el del Doctor Joaquín Vigil, pero, en cuanto a retratos, Rubén Darío se convertiría en el tema axial de su obra artística. En aquella, que sería su primera exposición individual presentó, un total de treinta y tres piezas, entre las que destacarían los bustos de D. Pablo Antonio Cuadra o del Capitán Bernardo J. Galo. Pero, sobre todo, su proyecto para el monumento a Rubén Darío y los bustos de Rubén Darío Diplomático y Rubén Darío Poeta, la consagrarían en adelante como la escultora de Rubén Dario. La obra poética de Rubén Darío influiría en la creación de algunas de sus esculturas, que siempre acompañaba con el verso de referencia, como en Introspección, Modelito aburrido o Arcania.

Es lógico pensar que un país como Nicaragua, orgulloso de su identidad nacional y de su arrojo frente a los incesantes abordajes por parte de potencias extranjeras, aprovechase cualquier ocasión para identificar y honrar a sus héroes. La influencia de la escultura moderna de Brancusi llegó a tierras nicaragüenses arrastrada por las inquietudes artísticas de Edith Grøn, después de admirar la obra Pájaro en el espacio, del escultor rumano. Otro elemento por el que valía la pena el riesgo era la integración de la base en la propia escultura. Las obras que realizaría en madera, a partir de este momento, se prestaban perfectamente a este fin, y Nicaragua contaba con una extensa variedad de esta materia prima. Así, realizaría obras como Ambición, Destinoo Arcania.

Darío siempre en sus obras



El rostro de Rubén Darío fue una constante en su trabajo. El que más impresiona —inclusive a la misma artista— fue el busto esculpido en mármol blanco de Guatemala, en 1964, y que se encuentra en el Teatro Nacional Rubén Darío.

Otro de gran fuerza expresiva es un retrato de Darío como monje cartujo, creado en 1961.

Esculturas a los héroes

El relevo también es conocido como El progreso por su idea de transmisión de conocimiento y está asociado a la gesta del maestro Emmanuel Mongalo acompañado de Nery Fajardo en su intento de quemar la casa donde estaban filibusteros de William Walker. La escultura está ubicada en la plaza El Progreso del Palacio de Comunicaciones.

El Cacique Diriangén



La escultura El Cacique Diriangén es el símbolo de lucha y valor, fue inaugurada un 17 de abril de 1962 para conmemorar los 350 años de la sangrienta lucha de resistencia de los nativos contra el conquistador español Gil González de Ávila, y está situada a la entrada del parque Las Piedrecitas.

El Andrés Castro de San Jacinto


Una de sus obras más populares es la erigida a Andrés Castro como un reconocimiento al valor del héroe de la patria en la Batalla de San Jacinto, acontecida un 14 de septiembre de 1856. La escultura se instaló en 1956 a la entrada de la Hacienda San Jacinto, en celebración del centenario de la gesta.

Modelo y novio

Su primera pareja sentimental fue el boxeador Silvio (Bill) Turcios, un amor imposible por los celos y enredos, según José M. Vivo. El boxeador tenía otra pareja e hijos.

Los historiadores sostienen que Bill fue el modelo, por su aspecto atlético y musculoso, en que se inspiró Gron para realizar las esculturas de Diriangén y Andrés Castro.

Presidentes y generales

Edith Grön terminando de esculpir la estatua del general José Dolores Estrada.

En su inventario de bustos se encuentran el presidente René Schick Gutiérrez, los generales José Dolores Estrada, Emiliano Chamorro, Máximo Jerez y el prócer Miguel Larreynaga, entre otros.

Poetas y personajes

Entre otras de las esculturas que realizó a artistas y periodistas están el poeta francés Víctor Hugo, el poeta Pablo Antonio Cuadra y el periodista Gabry Rivas.

Así también personajes populares como las obras tituladas, Macheteros, Mozo de la finca, El lechero, Muchacho obrero y El baile de la vaca.

Temas religiosos, como en las obras, La Piedad, El Sembrador (un Jesús) esta pieza la dedicó a su padre al morir.

Grön en la pintura

Además de trabajar el mármol, granito, bronce, cemento, concreto, talló la madera, realizó pinturas y dibujos, figuran Muchacha en la hamaca, Cándida, Desnudo, y Llanto después del desastre, alusivo al terremoto de 1972, entre otras obras.

Sus desnudos

En sus obras figuran desnudos o semidesnudos masculinos, se pueden apreciar en sus piezas, El fauno, El castigado, Andrés Castro, El Cacique Diriangén, así desnudos femeninos como Margarita Gron, Insinuación, Desnudo reclinado y Desnudo sentado.

Su muerte

Edith Gron falleció en Managua un 15 de marzo de 1990, por cáncer en la garganta como lo refleja el español José M. Vivo, profesor de arte, en el libro Edith Gron Biografía de una escultora.

Por méritos como escultora recibió en 1989 la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío.

Desde los años setenta luchó contra un cáncer en la garganta, a inicios de los ochenta empezó a perder la vista.


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