Mitos y realidades de la leche
Frecuentemente, al preparar nuestros alimentos, nos preguntamos sobre el contenido de sus nutrientes, e incluso consideramos si alguno de ellos o combinados pueden causarnos algún perjuicio. Los lácteos y derivados no se escapan de estas cuestiones, por lo que exponemos cinco mitos y realidades sobre su consumo:
Mito no. 1: La leche es exclusiva para la niñez y adolescencia.
Realidad: La leche y derivados lácteos son importantes para las niñas, los niños y los adolescentes por la cantidad de nutrientes indispensables que aportan por porción, como proteínas, vitaminas y minerales que contribuyen a su desarrollo. Por ejemplo, el calcio, mineral presente en todos los lácteos, es fundamental para el fortalecimiento de los huesos y dientes. Sin embargo, la leche es un excelente alimento para consumir en todas las edades, incluso para las mujeres embarazadas y en período de lactancia. El estudio “Importancia del consumo de lácteos durante el embarazo y la lactancia”, desarrollado por Carmen Marino Donangelo, de la Escuela de Nutrición de Uruguay, y que forma parte del Libro “Lácteos: Alimentos esenciales para el ser humano” Sí a la Leche”, de la Federación Panamericana de Lechería, indica que una porción de leche al día les puede cubrir cerca del 30% de las recomendaciones de ingesta de la vitamina B2 y 35% de la vitamina B12.
Mito no. 2: La leche no hidrata.
Realidad: La leche está compuesta por 87% agua y 13% sólidos que incluyen minerales y electrolitos que permiten hidratar nuestro cuerpo en cualquier momento del día. Para los deportistas, la leche es un alimento recomendable porque les puede ayudar a recuperar las sales que pierden al practicar un deporte. Estas sales incluyen calcio, magnesio y potasio, mismas que tienen un papel importante en el control de la presión sanguínea. Un vaso de leche contiene alrededor de un 30% de calcio, 10% de magnesio y 17% de potasio que se recomienda consumir diario. (1)
Mito no. 3: La leche y los derivados lácteos provocan aumento de peso.
Realidad: En términos simples podemos decir que el aumento de peso se debe a un desequilibrio entre la energía que se consume y la que se gasta. Por lo que no se puede atribuir a un solo alimento la ganancia o pérdida de peso sino al conjunto de alimentos que se consumen a lo largo del día, así como al nivel de actividad física. La leche entera, por porción de 250 ml aporta aproximadamente 150 kcal, correspondiente a un 8% a 10% de la energía diaria que requiere un adulto o un niño en edad escolar, respectivamente.(2)