Lácteos: tan importantes en la tercera edad como en la infancia
Existe la percepción de que, pasada la infancia y adolescencia, el consumo de leche y sus derivados no es tan importante. Pero esta percepción es equivocada y, sobre todo, después de los 65 años se vuelve más necesaria de lo que se cree.
Entre los adultos mayores el consumo de lácteos suele disminuir de forma drástica. Una de las causas es el frecuente aumento de la intolerancia a la lactosa. Otra es la deficiente variedad o precarización de nutrientes en la que se va cayendo a lo largo de la vida. Es entonces cuando el yogur o las leches deslactosadas (sin lactosa) aparecen como excelentes alternativas para este grupo etario.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los lácteos contribuyen a satisfacer las necesidades del cuerpo humano de calcio, magnesio, selenio, riboflavina (vitamina B2), vitamina B12 y ácido pantoténico (vitamina B5), además de proteínas. La incorporación de estos nutrientes es importante en todas las etapas de la vida.
En su blog Envasando Ideas, Tetra Pak destaca que en el caso de los adultos mayores, es aún más importante ya que si consumen la cantidad de calcio recomendada podrán mantener los huesos fuertes durante este período en el que, al no tener una buena salud ósea, suelen producirse fracturas. Los requerimientos de calcio para los adultos se establecieron en 700mg por día, pero las mujeres necesitan aún más ya que, después de la menopausia, corren más riesgos de padecer osteoporosis.
Es habitual que con la edad las personas desarrollen cierto grado de intolerancia a la lactosa, por lo que el yogur aparece como una muy buena alternativa para incorporar calcio. Esto se debe a que el yogur tiene muy poca cantidad de lactosa, porque las bacterias que intervienen en su fermentación poseen enzimas necesarias para digerir la lactosa propia de la leche. Por lo tanto, el proceso de digestión comienza ya en el propio yogur y entonces, la absorción intestinal es mucho más fácil.
La leche sin lactosa también es una buena alternativa ya que, al producirla, se le agrega lactasa, una enzima que naturalmente habita en los intestinos y cuya función es absorber los nutrientes de la leche. Al agregarle esta enzima, la leche deslactosada evita que quienes sean intolerantes tengan síntomas como gases, dolores estomacales, colon irritable o inflamación abdominal.
El yogur, al igual que los vegetales, es un alimento que tiene vida en su interior. Contiene más de cien millones de bacterias beneficiosas para el aparato digestivo con propiedades probióticas y prebióticas, que presentan una gran cantidad de vitaminas del grupo B. Estas bacterias ayudan a combatir toda clase de infecciones, no solo en el aparato digestivo, sino también a nivel general mejorando la inmunidad y el desarrollo de enfermedades estacionales como el resfrío y las alergias.
Por lo completo que es en su composición y por poseer casi todos los macronutrientes que nuestro cuerpo necesita, el yogur es uno de los alimentos más completos que existen. Éste puede consumirse en el desayuno o la merienda, junto con otros alimentos e infusiones, o también puede tomarse como merienda de media tarde o media mañana. Por lo tanto, incluir el yogur en la dieta diaria de las personas de la tercera edad se convierte en un hábito saludable que redunda positivamente en su salud.